
Recinto sagrado para rendir culto al sol y demás espíritus de la naturaleza, el máximo Santuario Espiritual y religioso de los Muiscas su suntuosidad causo admiración a los españoles. El nombre del templo se da a raíz del incendio en el año 1537 cuando dos soldados de Jiménez de Quesada entraron para hurtar las ofrendas que los indígenas guardaban allí, descuidando dos teas ardiendo recostadas en una de las paredes.

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